El sol, amigo y enemigo…
El sol es esencial para la vida en la Tierra. Nos permite sintetizar la vitamina D y contribuye activamente a mejorar nuestro estado de ánimo. También es su luz la que ritma nuestra vida. Por último, nos permite tener la tez bronceada, que es una señal de buena salud para los occidentales.
Sin embargo, el sol puede ser sumamente peligroso para la salud (eritemas solares, alergias, cánceres, etc.). ¡Incluso cada vez más! Capa de ozono deficiente, capa geomagnética cada vez menos gruesa, etc. Las radiaciones son cada vez más agresivas y el número de melanomascutáneos se ha triplicado entre 1980 y 2005. Hoy en día, la peligrosidad de las radiaciones solares es omnipresente. Por tanto, es imprescindible utilizar productos de protección solar especialmente eficaces todo el año.
La radiación solar a la que estamos expuestos es en realidad la resultante de 3 radiaciones:
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La radiación directa, en la que los UVB son más potentes cuanto más corto es su recorrido.
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La radiación difundida por el cielo que depende de la naturaleza de las nubes presentes.
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La radiación reflejada por el suelo (la nieve refleja el 85% de la radiación solar, la arena el 17% y la hierba el 3%).
Dado que la radiación reflejada es más agresiva que la radiación directa, el mar y la montaña son zonas donde el sol es particularmente peligroso.
En la montaña, la luz reflejada alcanza su máximo: reflexión sobre nieve y hielo = 85%, a la que frecuentemente se añade la reflexión del relieve. Por este motivo, los productos 8882 no se sometieron a prueba originalmente con luz monocromática bajo simulador solar de laboratorio, sino en condiciones reales de utilización a 2.300 metros de altitud, bajo un fuerte sol de primavera para garantizar una protección solar óptima.
A altitud cero, el sol también se ha vuelto peligroso, en particular para los deportistas que pasan
varias horas en superficies de agua (vela, surf, kitesurf, esquí acuático, etc.).
Los golfistas también tendrían 8,5 veces más riesgos de desarrollar una queratosis actínica.
Siempre hay que tener presente que, desdichadamente, el sol puede transformar
una lesión benigna en cáncer.
Si bien el sol tiene efectos beneficiosos (buen estado de ánimo, buen aspecto), representa un peligro real en exposiciones prolongadas, repetidas y mal protegidas.
Es importante prever la protección adaptada al tipo de piel, a las condiciones atmosféricas del momento y a la topografía del terreno.
Recuerde estos consejos:
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El mejor producto de protección solar nunca protege totalmente.
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La sobreexposición al sol es una seria amenaza para la salud.
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Hay que repetir la aplicación para mantener la protección.
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No exponer nunca a los bebés ni a los niños pequeños directamente al sol (ni siquiera bajo una sombrilla, no olvidar la radiación reflejada por el suelo).
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Para los ancianos, no utilizar productos de protección solar de índice inferior a SPF de 15 a 30 según la insolación.
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Aplicar siempre el producto de protección solar antes de la exposición al sol.
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Atención a los medicamentos fotosensibilizantes, los perfumes y las toallitas perfumadas.
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El betacaroteno no protege de los rayos ultravioleta.
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Por último, llevar siempre gafas con filtro solar de calidad adaptadas al sol de la montaña, de alta mar y del desierto: las radiaciones solares pueden provocar cataratas y DMAE. Atención: ¡un cristal tintado no filtra forzosamente las radiaciones peligrosas!